Plan de Seguridad Integral
Un Plan de Seguridad Integral es un proyecto complejo, desarrollado para asegurar la completa coordinación de medios humanos y materiales (activos y pasivos) con el fin de conseguir un sistema de protección eficaz que garantice la máxima seguridad de personas y bienes de un recinto, edificio o instalación.
El Plan de Seguridad Integral debe responder a unas preguntas clave:
Para responder a estas preguntas y desarrollar una protección eficaz hay que evaluar los riesgos y circunstancias concretas de cada cliente. Este análisis nos permitirá definir y organizar los recursos disponibles para prevenir riesgos, proporcionarnos tiempo de actuación en caso necesario y garantizar la vuelta a la normalidad en el mínimo tiempo posible.
El análisis de la localización de la instalación o recinto a proteger, su exterior y su interior, sus puntos de suministro, comunicaciones, elementos más vulnerables así como los riesgos derivados de su situación física y circunstancial nos permitirá fijar unos objetivos de seguridad justificados y adecuados.
Los medios para poder afrontar esos riesgos, han de definirse en un Plan de Seguridad Integral e incluir los siguientes tipos:
Por medios humanos entendemos no sólo los vigilantes de seguridad sino todo personal operativo u organizativo necesario para llevar a cabo la operativa: turnos, rondas, puestos y jerarquía, etc. siempre ateniéndonos a la normativa y entorno legal definido por la Ley y Reglamento de Seguridad Privada.
Los medios técnicos incluyen los sistemas de seguridad pasiva y seguridad activa: medios físicos y medios electrónicos (o tecnológicos) establecidos para prevenir, impedir o retrasar los riesgos y en caso necesario comunicar éstos de forma inmediata para poder activar los protocolos correspondientes.
El conjunto de normas, procesos y criterios de actuación son los que llamamos medios organizativos. Definen los responsables, los agentes y las medidas que han de tomarse de forma preventiva, en el momento de la intervención y de la recuperación de la normalidad.
Para determinar qué medidas organizativas y operativas hay que implantar, deben valorarse entre otros, los tiempos de respuesta ante una incidencia, los tiempos de llegada de posibles refuerzos y asignarse los responsables del servicio, los criterios de actuación y la forma de ejecutar los protocolos de actuación hasta recuperar la normalidad.
Los protocolos de actuación a definir deben contemplar las siguientes fases:
1. Contención: Medidas de seguridad pasiva o preventiva con el objetivo de obstaculizar el incidente o riesgo.
2. Detección: Localización del incidente o intrusión por medios electrónicos o humanos.
3. Reacción: Valoración de las dimensiones del incidente y elección de las acciones a emprender.
4. Intervención: Respuesta activa proporcional para neutralizar o minimizar el incidente o riesgo.
5. Normalización: Recuperación de la seguridad.
Por último, hay que recordar que la implantación de medidas específicas y detalladas debe contemplar la coordinación necesaria de los agentes de seguridad con los responsables del cliente, con las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado o policía autonómica y con otros agentes como bomberos, emergencias médicas, etc. garantizando así una recuperación rápida del nivel de seguridad deseado.